CALASANZ,
Una fuente que sigue manando
Calasanz,
una fuente que sigue manando
Pedro Aguado
Superior General de los escolapios. 2022
Nuestro carisma no nació en Peralta, pero está también en Peralta. El carisma no está en los edificios, ni en los recuerdos (yo vivo en una casa -San Pantaleo- repleta de recuerdos del fundador), sino en las personas, en las comunidades, en los proyectos encarnados, en la entrega a los niños y jóvenes, en las decisiones que se toman para impulsarlo y hacerlo llegar a más lugares que esperan a Calasanz. El carisma está en la oración compartida, en la comunidad reunida en torno a su centro y enviada a la misión, en el joven que se plantea su vocación, en el desafío de misión recibido y asumido como proyecto de vida. El carisma está en el escolapio anciano que sigue amando la Orden, en el joven que se ordena, en el educador que sigue descubriendo su perenne novedad, en el niño y en la niña que disfruta del Movimiento Calasanz, en la Fraternidad que se plantea cómo ser más fiel. El carisma está -en la vieja casa de Peralta o en el consolidado colegio de Barbastro- en cada persona que lo hace posible, como lo está en la joven presencia de Mozambique, por citar sólo tres de los muchos lugares en los que Calasanz se encarnó por amor. Me gustaría decir sólo tres cosas del carisma calasancio: su secreto, su provocación y su desafío.
El SECRETO del carisma.
Un carisma es un aspecto central del Evangelio que se encarna en una persona que lo vive con plenitud, se consolida en una comunidad y, finalmente, la Iglesia lo reconoce como lo que es: como un don particular del Padre a toda la humanidad. El día que Dios nos revele todos los carismas podremos -quizá- comprender todo el Evangelio. El carisma de Calasanz nos revela algo central del Evangelio: si un niño se encuentra con un educador que le hace crecer desde lo mejor que Dios sembró en el alma de ese niño y desde las claves del Evangelio, ese niño crecerá y se convertirá en una persona buena, capaz de luchar por un mundo mejor. Este es el carisma de Calasanz, su secreto más genuino, su aportación más certera. No olvidéis nunca que Jesús dio las llaves del Reino -antes que a Pedro- a los niños . A Pedro le dio sólo la copia.
Su PROVOCACIÓN.
Un carisma tiene una extraordinaria -e inacabable- capacidad de provocación. Provoca vida, proyectos, comunidades, preguntas, búsquedas. Y provoca permanentemente, y siempre de modo nuevo, diferente. Y lo hace porque no es algo controlable, ni establemente definido, ni congelado. Y esto es así porque es algo propio del Espíritu.
Me gustaría citar algunas de esas provocaciones que el carisma sigue impulsando, quizá algunas de ellas poco conocidas: escuelas en vertederos, en barrios inundados, en tiendas de campaña o bajo un árbol frondoso; el Movimiento Calasanz en los cuatro continentes; diversos y ricos proyectos de pastoral; resistir y educar en países con dictaduras; escolapios que permanecen al servicio de la gente en medio de una guerra -como todas- sin sentido; internados que hacen posible la escuela para todos; escuelas con el 90% de musulmanes o sintoístas; escuelas de segunda oportunidad; pisos para jóvenes tutelados; hogares para niños y niñas de la calle; escuelas deportivas; escuelas para migrantes; mentorías y acompañamientos; alumnos que son maestros en escuelas de tareas; escuelas de familias; escuelas de maestros; la investigación sin tregua sobre la innovación educativa; formación al voluntariado y de monitores; universidades; cátedras de reflexión pedagógica; publicaciones; la participación en la reconstrucción del Pacto Educativo Global; tratar de tejer una galaxia de agentes educativos para un cambio sistémico; formar para el liderazgo institucional educativo; la cultura de la evaluación y de la transparencia; la formación en derechos de la infancia; escuelas de la paz en periodos de conflicto armado; bibliotecas; oración continua; formación para el diálogo interreligioso; trabajo con jóvenes en prisiones; trabajo con drogadictos; programas para proteger a las niñas y a los niños de abusos; escuelas en las laderas del Himalaya; la simple presencia en un barrio de barracas… y muchas más cosas que son respuestas sinceras y honestas engendradas por el carisma de Calasanz. Sigamos respondiendo, hermanos.
Su DESAFÍO.
No es el carisma quien tiene desafíos, sino nosotros, sus portadores. No hay duda de que los desafíos que provoca o puede provocar en nosotros son muchos. Pero a mí me gustaría citar -brevemente- solamente tres: vivir un proceso de identificación honesta y progresiva con él; transmitirlo de modo apasionante y convocante a los jóvenes y recrearlo con opciones y proyectos que Calasanz disfrute de verlos y bendecirlos.
El primero, crecer en identidad. Todos y todas. Identidad con el carisma es fruto de un proceso de identificación. Y esto, o se hace de modo consciente o se convierte en simple simpatía. Un carisma transforma al que lo recibe en disposición de descubrir, trabajar, compartir y crecer.
El segundo, convocar a vivirlo. No recibimos el don del carisma para nosotros, sino para desarrollarlo, ofrecerlo y acompañarlo. En esto consiste esencialmente el dinamismo vocacional escolapio. Esta es la historia de cada uno de nosotros.
El tercero, convertirlo en nuevas respuestas de misión. Si no es así, es que no lo hemos comprendido. Un carisma lleva consigo la sorpresa.
El carisma es una fuente que sigue manando. Bebamos de ella para vivir y encarnar su secreto, aceptar y acoger sus provocaciones y responder plenamente a sus desafíos.
Pedro Aguado