CALASANZ, VIDA Y OBRA I: etapa española

Calasanz,

su etapa en España

 

Calasanz no dejó nunca de querer esta su tierra natal de Peralta de la Sal. Y aunque a sus 32 años emprendería un viaje definitivo a Roma, y nunca volvería a esta su casa, sin embargo su corazón y su boca rebosan de cariño y agradecimiento para con este su pueblo.
La villa de Peralta de la sal, capital de la Baronía Castro-Peralta, era en 1557 una población llena de vida y de orgullo, con unos setenta hogares llenos de niños y niñas. Entre sus pobladores, la familia de Pedro Calasanz y María Gastón, al frente de la herreria y de la representación de la villa como Baile de Peralta y leal vasallo de los señores de Castro.
Fue en los funerales de nuestro santo donde un vecino de Roma, José Marquez, natural del mismo pueblo del que ya era nombrado por toda Roma como el santo viejo, comenzó a contar anécdotas y sucesos de los años de su infancia, subrayando destacadas cualidades de aquel niño, que ya apuntaba maneras.
Versado en las cosas de Dios, seguramente catequizado por una madre creyente y amiga de Jesús y de María, podía recitar los Milagros de Nuestra Señora de Berceo sin equivocarse, para asombro de amigos y educadores.
Leído en profundidad tenemos un proceso educativo profundo, que verá su fruto después. Allá en Peralta, además de los martillos de la fragua se percibe otro rumor, mucho más suave, el de la madre, que reúne a sus hijos e hijas para educarlos en la piedad cristiana.
Juan Calasanz, el primogénito, muere muy pronto. El hereu, Pedro, que también morirá pronto en las revueltas de la Ribagorza. Y después muchas chicas, llega José, el último de ocho.
José recibe de su familia una gran carga de valores y creencias: el honor (la moneda de cambio de las sociedades preindustriales: si pierdes el honor no eres nada); el temor de Dios, y la obediencia a los poderes establecidos, honrarás padre y madre y respetar las jerarquías vigentes. La mujer, la madre de Calasanz, se convierte en transmisora de valores y se erige en la encarnación más perfecta de esos valores. Lo aprendido por Calasanz estos primeros años deja una huella imborrable. Se puede hacer una lectura de los textos calasancios a partir de esta tríada de valores. Dejará huella en el futuro, por ejemplo, la impronta mariana, que acompaña todo el itinerario calasancio (el nombre de María quedará en nuestro escudo, y querrá a las escuelas siempre a su amparo y protección).
Si recorremos el tratado Mariano que Calasanz nos deja, la Corona de las Doce Estrellas, siendo una devoción, es todo un itinerario de la vida de María, recorriendo sus invocaciones vemos todo el itinerario de la vida de María Es un “estelario”, que copia de otros (en concreto de Juan de Jesús María, Carmelita). Cambia un verso: contempla a María como maestra y educadora de Jesús: esta invocación es original, no estaba en otros estelarios. Está proyectando en María lo que su madre hizo con él y sus hermanos.
De aquel hombre paisano de José nos llega también la anécdota del puñalito y el deseo de acabar con el enemigo de Jesús, premonición de su lucha contra los males en que se concretaba en aquellos siglos. José Marquez contó otra cosa. “No os maravilléis de que este siervo de Dios sea santo, porque ya de niño siendo yo su paisano y de su misma edad, poco más o menos, se salió de casa con un puñalito en la mano. Preguntándole yo, me dijo “quiero ir a matar al demonio, porque es enemigo de Dios”. Tendría entonces 5 años, más o menos”

Para este niño, el mundo está dividido en bien y mal, sin escala de grises. Pero en el corazón, tomando la expresión de una contemporánea suya, Teresa de Jesús: hay una determinada determinación, voluntad firme de erradicar el mal en el mundo. La convicción básica ya está en él y perdurará toda su vida: voy a hacer batalla a todo lo que se oponga a la vida plena de los niños y jóvenes. Quiere vencer a todo lo que se oponga a la plenitud del ser humano. Nos reta a buscar nuevos caminos de liberación.
Su primera separación fue contando solo nueve años, para ir a Estadilla y comenzar estudios con los Trinitarios, aunque no viviendo con ellos, pues siempre su formación fue ubicada en contextos civiles y familiares, que no en internados ni postulantados. Humanidades, latín, y un creciente deseo de seguir a Jesús. La oración antes del estudio, costumbres maternas que le hacen valedor del apodo de “el santet”, no le quitaron esa querencia por entregar su vida emulando a su maestro y mantenerse en el santo temor de Dios en el que había sido educado.
Con catorce años se presentará ante el rector del Estudi General de Lérida, atraído por los estudios de Leyes y Cánones. Buen lugar para crecer y ser recomendado en un futuro a monarcas y obispos, sobre todo si, como José, se es nombrado “estudiante honorable”, y también prior del Estudio, referido seguramente a la residencia estudiantil Colegio de la Asunción. No habiéndose decantado por las armas, Calasanz está ganando en cultura y en posibilidades de colocación como letrado.
Desde 1570 a 1581 verá Peralta desde lejos, pues si bien Lérida no dificulta la visita a su casa paterna, consta que un año se dirigió a Valencia a cursar estudios de teología. Está ya en el corazón de Calasanz el deseo de seguir a Jesús como sacerdote. La muerte de su hermano mayor en las contiendas de la Ribagorza, (el segundo en realidad, pues el primero había ya fallecido de muy joven) lo hará volver a casa, y afrontar la voluntad de su padre que lo señalaba como heredero de la hacienda. Pero José llevaba ya unos cuatro años con su idea de sacerdocio.

Abandonó Valencia con premura, quizá por no hacer crecer una posible relación sentimental. Residía en casa acomodada, prestando servicios de secretariado; y de ella salió evitando instigaciones y cumpliendo el consejo de su director espiritual. Finalizará sus estudios teológicos en Alcalá. Tanto en Valencia como en Alcalá, le atraen las nuevas corrientes teológicas de los jesuitas. Parece que se dirige espiritualmente con algún Jesuita, que es quien le dice que los jesuitas han abierto unas clases de teología abiertas también a no seminaristas, en Valencia. Hay varios centros, pero él estudiará con los jesuitas en San Pablo, como externo. Destacamos que aquí tampoco tuvo formación seminarística.
Hay un segundo período universitario leridano en José de Calasanz (1580-1583); ahí terminó los estudios teológicos y la Sagrada Escritura, iniciados en Valencia (1577-1578), continuados en Alcalá de Henares (1578-1579); se graduó con el título de bachiller y obtuvo la consideración académica de profesor de teología.
No es común, en el siglo XVI que un muchacho de pueblo salga pronto, vaya de una universidad a otra… En el tiempo de estudios de Calasanz tenemos al menos certificados 3 o 4 lugares de estudios (luego se sacaría el doctorado en teología en Barcelona; sabemos que es doctor en Barcelona por los certificados estudiados por Santha). Tenemos un ejemplo de todo lo contrario: un hombre que sale de su casa. Tiene una formación universitaria muy superior a la media, que le costó sus dineros y le puso en contacto con experiencias significativas.
Este recorrido no es casual. Tiene un poco de desorden, pero hay un criterio que lo explica. Va redirigiendo su proyecto vital buscando lo mejor, lo más adecuado a sus inquietudes, y en obediencia y escucha de lo que va descubriendo en su propio corazón. La búsqueda de lo mejor, la excelencia. Es algo que veremos continuamente en su itinerario. Apuesta siempre a la excelencia.
Estudia, pero no sólo estudia: acompaña y exhorta a sus compañeros, lo vemos tomando decisiones, lo vemos ante la tesitura del enamoramiento… teniendo que decidir ante la situación familiar tras la muerte de madre y hermano, defendiendo el sacerdocio. Son experiencias que le amueblan el corazón para vivir la vida como sacerdote. Mateo González le llamaba: su Espíritu Santo, el que me cuida y me guarda, el que me saca de los apuros.
Este periodo deja en Calasanz una estructura humana e intelectual que le va a acompañar siempre: ha estudiado mucho y ha estudiado bien. También deja en él una actitud ante el estudio y el trabajo intelectual. Porque se toma así su tiempo de estudio puede preguntarse por su forma de vida. El tiempo de estudio es un tiempo de preguntas y cuestionamientos y se los plantea en serio hasta el punto de enfrentarse a la familia. Dará una importancia grande a la formación de los educadores. De su tiempo también le quedó la insistencia en querer para los suyos a los formadores más preparados. Como a Santa Teresa, Calasanz se conserva también amigo de buenos libros.

Calasanz viviría tan desde dentro su vocación sacerdotal que por eso la disputa con la familia va a ser tan importante, para defender aquello que cree que Dios le pide.
1582 es el año que le verá volver a la casa, y con este regreso se acrecienta la presión sobre su voluntad para abandonar su vocación y hacerse con la hacienda. Su madre ha muerto recientemente y tocará hacer valer su firme decisión de ser sacerdote ante la insistencia de su padre. Una enfermedad providencial que lo tuvo al borde de la muerte suavizará la persistencia del herrero.
Toma una decisión importante, vivir en casa del obispo de Jaca, Juan Gaspar de la Figuera, quien lo toma como “ayudante de estudio”. Allí Calasanz quedará más que satisfecho de la abundante sabiduría de aquel prelado de la iglesia. Pedro Calasanz va sospechando que su hijo no se hará cargo de la hacienda. Aquí hay que situar la enfermedad que lo pone al borde de la muerte, pero también le abre la puerta de su futura ordenación: Pedro cede y acepta la decisión de José. Viviendo en Jaca, recibiría en Huesca la ordenación presbiteral
La recepción del presbiterado será en Sanaúja, residencia invernal del obispo de Seo de Urgel, el 17 de diciembre de 1583. El obispo de Jaca, donde reside es destinado a Albarracín, y José cambia de residencia a Barbastro, para ponerse al servicio de otro obispo, Felipe de Urriés, dominico. Allí aparece nombrado como “familiar” de dicho obispo. Año y medio después morirá el obispo de Barbastro y Calasanz nos aparece en Monzón, de nuevo al servicio de Juan Gaspar de la Figuera, que es nombrado ahora obispo de Lérida. Su participación en las cortes que en aquel verano se celebraban no fue directa en las reuniones de las mismas, sino indirecta: se le nombró secretario de una comisión que acompañaba un proceso de reforma entre los agustinos.
Las Cortes terminaron no en Monzón sino en Binéfar, pero obispo y secretario no participaron ya en este pueblo, sino que fueron enviados a Montserrat a terminar una visita apostólica. Las problemáticas de este monasterio tenían que ver con rivalidades en los nombramientos de abad, en relación a su procedencia castellana o catalana. El obispo morirá en esta visita, y Calasanz volverá “para su patria” después de cuatro meses de entrevistas y decisiones como “confesor y examinador” del obispo fallecido.

 

Vuelve Calasanz a Peralta de la Sal, y se establece por un año en el hogar de una de las hermanas, donde también ha sido acogido su padre Pedro. Había quedado José sin valedor ni cargo determinado, y se centró en ayudar al rector de la parroquia de la población. Es en estos meses donde Pedro enfermó y fue José consuelo material y espiritual, alentándole y animándole a recibir con gratitud la voluntad de Dios. Quedaría Peralta grabada a fuego pues en el corazón de José como el lugar de las despedidas y la aceptación, en unos meses tranquilos y devotos. Corría el año 1586.
Y ya en febrero de 1587 situamos a Calasanz en la Seo de Urgell como maestro de ceremonias y secretario del cabildo de canónigos. El obispo de la Seo de Urgel, Hugo Ambrosio de Moncada, el mismo que le había ordenado en Sanauja, habría intervenido en estos nombramientos. Pero estando José en Peralta éste había fallecido. Fue en este momento de sede vacante cuando el cabildo vio necesaria una visita apostólica por los arciprestazgos. José será nombrado secretario del archidiácono visitador Rafael Gomis. Durante cuarenta días visitaron Tremp, Balaguer, Guissona, Agramunt, Sanahuja, Oliana y Pons. El resto del tiempo de aquél año lo pasó Calasanz en casa de un comerciante en Seo de Urgel.
En Seo de Urgel redactó actas capitulares y administró los haberes de la corporación catedralicia; dio pruebas de su caridad para con los necesitados y se relacionó con las comunidades religiosas de la ciudad, tanto dominicos como agustinos. En enero de 1589 empezó a desempeñar la mayordomía del palacio episcopal, interviniendo en las colaciones o asignaciones de beneficios eclesiásticos de la diócesis.
Siendo Calasanz maestro de ceremonias y secretario del Cabildo de Urgel, fue nombrado plébano de las parroquias conjuntas de Claverol y Ortoneda. Era una prebenda no residencial, pero con la obligación de proveer con un vicario residente. Renunció a la doble plebanía el 6-9-1591, ya con miras de su viaje a Roma, pero dejó un Monte de Piedad o depósito de trigo para ayuda a los pobres del lugar. Al pie de la colina se halla el caserío de «Pont de Claverol», donde vivía la familia Montes, en cuya casa solía hospedarse José y con quien mantuvo estrecha amistad.
Vivió en Seo de Urgel hasta junio de 1589 en que su obispo, don fray Andrés Capilla, le nombró oficial eclesiástico (arcipreste) de Tremp, villa, como Seo de Urgel, del señorío temporal del obispo urgeliano.
En la villa de Tremp (junio de 1589 a septiembre de 1591) José Calasanz desempeñó el cargo de oficial eclesiástico (arcipreste), con autoridad judicial o civil en los lugares del señorío episcopal. Durante el mismo período fue rector de las parroquias rurales de Claverol y Ortoneda, y se le encomendó la reforma de los tres arciprestazgos pirenaicos de Sort, Tirvia y Cardos (parroquias, hospitales, bienes eclesiásticos, fundaciones pías, etc.).

 

Y ya aparece en el horizonte el famoso viaje a Roma. Quitémosle importancia a la canonjía y al deseo de hacer carrera eclesiástica: es un viaje al servicio a los obispos, que quiere corregir la irregularidad del procurador de Seo De Urgell ante roma; la canonjía no aparece entre las primeras motivaciones, aunque también pudo ser un objetivo secundario que lo posicionaría mejor entre sus colegas canónigos catalanes, que quizá miraban con recelo la presencia y protagonismo del foráneo en la catedral de Urgel.
Son muchos los testimonios del propio Calasanz en su correspondencia con España, que hablan del aprecio y querencia por su tierra y en concreto por Peralta, de cuyas novedades quiere estar informado. El envío del cáliz de plata expresa un deseo de perpetuar su reconocimiento en la parroquia donde había sido bautizado.
Mientras vivió en Roma, acogía y recibía con muestras de trato familiar a cuantos peralteños lo visitaron, manifestando su alegría por haber nacido allí, y en numerosas ocasiones era su pueblo el tema de conversación elegido por él o por sus compañeros.
También en Peralta se lloró la muerte, se aplicaron sufragios especiales y sería continuo el interés de sus pobladores por mantener vivo su recuerdo, uniéndose a los escolapios que llegarían en 1677 en cuantas peticiones se hicieron a Roma para sus posteriores reconocimientos.

Bibliografía de referencia:

Wikipía, en las páginas referidas a las poblaciones citadas.
Angel Ayala, en sus charlas formativas sobre Calasanz en los cursos de actualización de la Orden.
P. José Poch, San José de Calasanz, hijo de Peralta de la Sal.

 

 

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